Todos los días, incluso si somos conscientes y tratamos de evitarlo, ingresan a nuestro cuerpo sustancias nocivas para la salud. Estas se encuentran en todo lo que nos rodea, lo que comemos, bebemos, tocamos y respiramos. Debido a esta constante exposición, acumulamos en nuestro cuerpo numerosas toxinas que alteran la función normal del organismo, llevándolo a enfermar.
Síntomas como fatiga, trastornos del sueño, trastornos gastrointestinales, dolores de cabeza, ansiedad, reacciones adversas a alimentos, a perfumes y jabones, entre otros, pueden indicar que el organismo está sufriendo de una carga tóxica acumulada.
Y es que muchos estudios científicos han demostrado la implicación de diferentes toxinas en el desarrollo de enfermedades como las siguientes:
• Autismo
• Cáncer
• Alteraciones cognitivas
• Hipotiroidismo • Desórdenes degenerativos
• Diabetes
• Alzheimer
• Parkinson
• Enfermedades Cardiovasculares
• Enfermedades Hepáticas • Fibromialgia
• Hipersensibilidad a sustancias químicas • Hipertensión arterial
• Inflamación sistémica
• Obesidad • Resistencia a la insulina
• Fatiga crónica
• Síndrome metabólico • Artritis Reumatoide
• Lupus Eritematoso Sistémico
• Pancreatitis • Osteoporosis
Como se puede ver, una larga lista de problemas de salud tan diversos como los tóxicos a los que estamos expuestos, pues además de las toxinas naturales producidas por bacterias, hongos y parásitos, la humanidad ha creado y sigue desarrollando nuevas sustancias químicas nocivas. Alcohol, cigarrillo, medicamentos, drogas recreativas, pinturas, solventes, derivados petroquímicos y las toxinas presentes en los alimentos (metales pesados, conservantes, colorantes, pesticidas, teflón, entre otras) son ejemplo de ello; de ahí la relevancia que debemos dar en el diario vivir al consumo de los alimentos orgánicos.